Hay días que al
levantarte de la cama
piensas que lo que
estás haciendo es un error,
que te arrepentirás de
haber empezado el día.
Es en esos días, cuando
los zapatos más aprietan,
el autobús pasa burlón
ante ti sin detenerse
y llegas media hora
tarde a ese trabajo que odias.
Es en esos días, cuando
parece que el mundo
sólo desea ponerte a
prueba una y otra vez,
cuando te caga una
paloma,
se te mancha la camisa,
pisas un charco,
toses cuando enciendes
el pitillo
ante la chica que
promociona el ducados rubio
y te llaman cinco
amigos:
dos para pedirte
dinero,
otros dos para que se
lo devuelvas
y uno para decirte que
se acostó con tu novia.
Así que miras las horas
con angustia
hasta que por fin
llegas a casa,
te metes en la cama
directamente
para, con suerte, no
salir de ella.
hay días que al
levantarte de la cama
piensas que lo que
estás haciendo es un milagro,
y que te vas a comer
cada minuto del día.
Es en esos días, cuando
no miras hacia tus zapatos,
te encuentras a un amigo
que te acerca al trabajo
y llegas media hora
tarde porque desayunaste con él.
Es en esos días, cuando
parece que el mundo
sólo desea darte
regalos por tu existencia,
cuando una paloma come
de tu mano,
cuando te echas unas
risotadas
porque te manchaste la
camisa,
cuando no hay charcos
porque el sol todo lo
inunda,
cuando la chica del
ducados te saluda
porque se acuerda de ti
el día que tosiste
y te llaman cinco
amigos:
dos para quedar
contigo,
otros dos para
devolverte dinero
y uno para decirte que
te echa de menos y que te quiere.
Así que miras las horas
con euforia
y no quieres llegar a
casa,
ni meterte en la cama,
no vaya a ser que no
salgas de ella.